Discernimiento Ignaciano

En colaboración con la Dirección de Formación Ignaciana. A través de un prolongado y profundo encuentro con Dios, San Ignacio descubrió que Dios quiere comunicarse con nosotros de múltiples maneras. Descubrió que encontrarse con él no implica ser una persona excepcional, sino que lo hace con personas normales, comunes y corrientes. Como fruto de esta experiencia, elaboró una metodología sencilla pero pedagógica que ayudara a cualquier persona a tener este “cara a cara” con Dios, pero también mediado por la Sagrada Escritura. A la persona que sigue esta metodología le corresponde poner atención a lo que sucede en su interior en diálogo con la palabra de Dios y en correspondencia con su vida, mientras permanece en silencio durante largas horas del día y experimenta movimientos interiores que lo llevan en distintas direcciones (buena o mala). San Ignacio nos ayuda a discernir cuáles movimientos van en la dirección del Buen Espíritu y cuáles en la dirección del Malo. La experiencia interior suele darse también en la vida cotidiana, por lo que el creyente también ha de aprender a percibir, lo que le sucede en el día a día (sensaciones corporales, sentimientos, deseos y pensamientos). Con un buen entrenamiento, podrá identificar paulatinamente y con más precisión lo que viene del Buen espíritu y lo que no procede de él.