Leyendo a Winnicott, "Bases teóricas para una clínica actual"

En las últimas décadas, los psicoterapeutas hemos sido, a la vez, testigos y productores de un giro epistemológico en el seno de nuestra disciplina. El conocimiento del funcionamiento psíquico se profundizó, de tal modo que nos permitió acceder al estudio mismo del origen del psiquismo, dicho de otro modo: cómo un recién nacido se convierte en ser humano, saludable o no. De ello resultó una nueva visión del abordaje terapéutico.
En la actualidad, el estar con un paciente es adentrarnos en esos precisos momentos de la formación de la psique, el origen que forma la personalidad. De tal modo que ahora estamos preparados para enfrentar nuevas patologías que el primer psicoanálisis no podía considerar: sufrimientos modernos que nos llevan a intervenir con modificaciones a la técnica clásica, que incluyen nuevas modalidades de abordaje en la sesión terapéutica.
Fue Donald Winnicott con su aguda mirada, sostenido en diferentes pilares teóricos, -como: el valor del ambiente, de la experiencia, de la creatividad, la paradoja- quien originó estos cambios. A partir de su investigación y su clínica del sufrimiento inherente a los fenómenos esquizoide y borderline, los cuales están vinculados a cuestiones de sentimientos de inexistencia (pérdida del sentido de sí mismo, largos períodos de tiempo sin ningún reconocimiento genuino por parte de los otros, debido principalmente a la exacerbación de miradas funcionalistas en la comprensión del ser humano en el mundo) y de irrealidad (estados de suspensión del ser derivado del contacto con hiper-realidades e hiper-representacionalidades) entre otros, que comenzaron a ser descifrados, investigados y tratados.
Una nueva visión del ser humano surgió, ya no como un reduccionismo sólo al funcionamiento intra-psíquico, sino que permitió su abordaje desde una mirada que abarcara su condición humana y las varias rupturas que ésta sufre a lo largo de la existencia.