Discernimiento y educación

En colaboración con la Dirección de Formación Ignaciana. Una vez que los participantes tengan una idea básica de la manera cómo funcionan los espíritus en los seres humanos, podrán entender que los jesuitas han llevado estos descubrimientos al área educativa. Si lo que quería Ignacio era que los que experimentaban a Dios por Jesucristo se convirtieran “en otros Cristos”, las instituciones educativas han sido concebidas como lugares donde los estudiantes, en la medida de lo posible, adquieran no sólo los valores de la espiritualidad cristiana, sino el dinamismo de liberación interior y de la cualificación de la caridad que se pide a todo cristiano en su relación consigo mismo, con los demás, con Dios y con el mundo. Podríamos decir, en pocas palabras, que la pedagogía ignaciana quiere formar hombres y mujeres con y por los demás, que sean sensibles al mundo y a sus problemas, conscientes de todos los dones que han recibido y que estén dispuestos a dar todo de sí para que este mundo sea más humano, más fraterno, más justo y más armónico, equilibrado y reconciliado.